lunes, 17 de abril de 2017

Calais se vacía.

Hoy otro día en la cocina cortando puerros, aceitunas, coliflores, preparando cajitas de comida con arroz y cuscús, rellenando bolsitas con chile y bolsas más grandes con harina, trasladando botellas de aceite de un sito a otro. Hoy hay menos voluntarios, pero también menos trabajo. Por el momento, nadie nos informa de lo que pasa. Estamos (los voluntarios con quienes trabajo y yo misma) un poco perdidos sobre la finalidad de lo que hacemos cada día tan eficientemente, si bien tenemos la certeza de que lo que preparamos es comida que llega a los refugiados.



La situación aquí está cambiando dramáticamente estos días, por lo que dicen, y tengo la impresión de que nadie sabe muy bien lo que va a ocurrir. La información nos llega por rumores, o nos la buscamos en Internet. Unos dicen una cosa y otros otra, de modo que no es fácil entender lo que ocurre, cuántos refugiados quedan, dónde están, qué necesitan. Al menos para nosotros, los voluntarios rasos. Está claro que el incendio ha desbaratado el ritmo anterior por dos razones: porque la organización que se articulabaen torno al campamento de Grande Synthe no tiene razón de ser, ya que ha quedado desmantelado, y porque han evacuado a la mayoría de los refugiados.

Según las noticias locales, todos los gimnasios en los que los refugiados habían sido instalados después del incendio están ahora vacíos. Han reubicado a las mil y pico personas en lo que aquí se llama CAO (centros de acogida y de orientación). Muchas de ellas se han negado a entrar en los autobuses porque no saben adónde los llevan. Otros porque no quieren alejarse de la zona para seguir intentando llegar a Inglaterra, ya que los CAO están distribuídos por todo el país, en muchos casos a miles de kilómetros de aquí. No parece descabellada la idea de que muchos de ellos intenten regresar aquí. En cualquier caso, muchos ya no están en la zona.

Queda un número indeterminado de personas refugiadas, mayormente acampando en las inmediaciones, como un grupo de afganos que decidieron abandonar el gimnasio en el que estaban. Se les sigue distribuyendo comida y ropa, pero en unas condiciones muy diferentes a las que había hasta hace poco.
Les Afghans qui ont quitté le gymnase de Craywick ont erré, hier, entre Grande-Synthe et Calais. Leur présence dangereuse au bord de l’A16 a nécessité de la couper dans les deux sens, durant vingt minutes.  photo « la voix »
Grupo de afganos después de abandonar el gimnasio. Foto de La Voix du Nord.
http://www.lavoixdunord.fr/147596/article/2017-04-13/le-dunkerquois-fait-face-l-urgence-apres-la-destruction-de-la-liniere


En cualquier caso, y como ocurre siempre en esta vida, todo el mundo comenta lo maravilloso (en organización), lo intenso (en actividad), lo eficiente (en el trabajo),  lo terrible (en el hacinamiento), o lo que sea que era antes y que ya no lo es. Hoy me ha preguntado una voluntaria si me he arrepentido de haber venido, ya que en estos momentos la necesidad de trabajo es menor. Y arrepentirme no, ya que lo que hacemos y todo lo que hemos traído tiene una clara utilidad. Pero sí puedo decir que me persigue aquello de "hum..., he llegado un poco tarde". Algo, por otra parte, totalmente secundario, que tiene la importancia relativa de una pequeña frustración personal comparada con los acontemientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario