Circunstancias de la vida me han llevado a tener que reflexionar
sobre mi trabajo de campo en Micronesia. Es esta una experiencia que he llevado y
lucido como una cicatriz (más allá de cualquier consideración
estética, como una marca que te deja la vida): inscrita en mi cuerpo y mi carácter. Pero, curiosamente,
nunca me he detenido a reflexionar sobre lo que allí viví, ni como
antropóloga ni como persona. Y ahora que me pongo a ello, me doy
cuenta de que el pasado es un país lejano y, a menudo, extraño,
sobre todo para quienes tenemos mala memoria.